El cambio climático le resta “vuelo” a exportación de miel

9 junio, 2022

A República Dominicana le ha sido difícil mantener fijos los volúmenes de exportación de miel de abeja en el último lustro, y en eso el cambio climático parece tener una culpa o incidencia muy directa. Es un llamado de atención respecto al curso que lleva el mundo, con tendencia a ser peor.

Grandes lluvias e inundaciones, incluso en períodos en los que tradicionalmente no se esperaban, y sequías extremas y prolongadas han impactado fuertemente en las colmenas y la floración. La merma “ha ido a reflejarse” directo a los números. Unos números que hacen referencia a una exportación que debió ser posiblemente mayor de lo que es.

Por ejemplo, en el año 2015 se exportó a los mercados internacionales el equivalente a 710,432.77 kilogramos de miel por un valor de US$1,405,263.11; en 2016 la exportación fue de 557,456.92 kilogramos, por un equivalente a US$1,079,685.66; al año siguiente un volumen de 426,452.57 kilogramos (US$1,102,982.04), en 2018 un volumen de 226,940.76 kilogramos (US$509,479.60), en 2019 un volumen de 253,930 kilogramos (US$594,807.04) y en 2020 un volumen de 400,792 kilogramos, por US$902,576.

Adicionalmente, en cada uno de esos años se exportó una cantidad mezclada de miel. Así las cosas, en 2016, la cantidad de miel mezclada enviada al exterior fue de 10,399.50 kilogramos, por un total de US$21,330; en 2017 se envió a los mercados internacionales 7,775.40 kilogramos, por US$16,416; en 2018 un volumen de 6,157 kilogramos, por US$21,110, y en 2020 el equivalente a 4,720.00 kilogramos y un valor de US$22,392.00, de acuerdo con un cruce numérico obtenido a partir de datos oficiales.

Los países y territorios receptores de esa miel han sido Estados Unidos, Puerto Rico, San Martín, Aruba, Curazao y Guadalupe, de acuerdo con informes de la Dirección General de Ganadería (Digega). En el 2016 se produjeron grandes lluvias e inundaciones, como consecuencia del cambio climático, especialmente en los meses octubre y noviembre, afectando las colmenas y la floración principalmente en el noroeste dominicano.

En 2018 y 2019 se produjo una sequía extrema y prolongada. Adicionalmente, en agosto de 2018 el proceso de exportación inició en la plataforma Ventanilla Única de Comercio Exterior -VUCE-, contribuyendo a disminuir más la cantidad de miel a exportar, tomando en cuenta que los exportadores no se adaptaron rápidamente al nuevo proceso.

La línea noroeste es por tradición quizás la mayor productora de miel; sin embargo, el ambiente se ha hecho complejo para producir, por la cuestión de los bosques secos. En ese rango de lugares de mayor producción siguen la región central (Monte Plata, Peravia, Santo Domingo, San Cristóbal); la norcentral (La Vega, Hermanas Mirabal y Monseñor Nouel), y la región norte (La Sierra, Santiago, Puerto Plata y Espaillat).

La zona este ha caído mucho y las autoridades ligadas a la agropecuaria atribuyen eso a las fumigaciones de los establecimientos hoteleros y a los cultivos de cítricos de forma aérea.

Al cierre de 2021 en el país había 1,734 apicultores, 2,334 apiarios georeferenciados y ocho establecimientos apícolas (siete plantas de procesamiento miel y una sala de extracción). Al 20 de mayo de 2022 se había registrado el 43.35 % de la población total estimada de apicultores.

De acuerdo con biografías revisadas, una colmena puede llegar a producir 28 kilogramos por año, pero eso ha cambiado, empujado por el cambio del ambiente, y el promedio ronda los 22 kilogramos por colmena por año.

La apicultura es rentable, siempre que se produzcan al menos tres productos o más (miel, polen y propoleo) y se apliquen las buenas practicas apícolas. El costo de producción es elevado, si se considera que el mercado es más exigente y el ambiente más hostil, por el uso de pesticidas, la desforestación y otros.

La mejor época del año para producción de miel es cuando la mayor cantidad de plantas florecen, desde octubre de un año, hasta junio del siguiente.

Las especialistas Maribel Chalas Guerrero y Niyra Castillo Ramírez, en una publicación sobre el tema (8 de marzo 2021) explican que “la crisis ambiental global tiene su origen en la existencia de grandes presiones ambientales, entre las cuales sobresalen el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”.

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